martes, 25 de mayo de 2010

Suerte y castigo

Caminar junto
a la suerte desafortunada,
la que por algún siniestro
motivo implica el castigo
como recompensa,
inventarios de lo que tengo,
y tú, brotando desde la tierra
donde te pienso sin miedo.

Me reta la razón
que no entiende tu sabor,
yo la retuerzo,
y se convierte en un remolino
del que solamente caen gotas,
gotas con la memoria
de todas las noches pendientes,
son esferas donde la luna
se convierte en la cómplice
perfecta de las palabras azules,
y en los labios,
me dices
que nos dijimos siempre,
y en las manos,
suda el calor como tinta roja,
y la anatomía se busca
sin prejuicios,
como borrones
inquietos que se debaten
en el blanco del papel.

No dejo de comenzarte
como una tarea imposible,
en mi sed se encuentra
una tarde de tu costado,
y dejo parte de lo que no quise,
para convertime
en el hambre que se niega,
como el pan que no
se parte entre tus manos,
y sintonizo el suicidio
del mar dentro
de una caracola negra,
ella sabe que los gritos
son para las olas
embravecidas, por eso
se enrosca dentro
de su huracán de nácar,
y espera, sabiamente quieta,
como si fuese una estatua de sal.


"Suerte y castigo"
© El País de los Tejados-Cambalache. chus alonso díaz-toledo

3 comentarios:

Bambo dijo...

El castigo como recompensa... tantas veces pensamos que lo que nos ocurre es el resultado de nuestros pecados...

Las emociones no saben de razones.

Besos

Álvaro dijo...

La eterna dualidad, inesquivable, generosa y también mezquina. Un poema hermoso, mi querido amigo, usa usted las metáforas de una manera muy particular, las llena de contenidos visuales que juegan con la semántica de los versos.
Un abrazo.

Belle dijo...

Leerte es ver una foto, y escuchar música, y oler el mar y la tierra mojada. Pintas, tocas, cocinas, llueves. Mola.