jueves, 16 de febrero de 2012

Variabilidad y concurrencias


Te descubro como se descubre
que la distancia tiene el sabor del vértigo,
sin la lógica premeditada de la ciencia,
sin la severidad segmentada de los mapas,
porque te encuentro como enero
encuentra en el año a febrero,
por esa inercia espacial que tiene el tiempo,
y por la casualidad inquebrantable
de las olas que ponen a nuestros pies,
una y otra vez, cosquillas rizadas de mar.

Podrías ser la sed que dejó el silencio,
cuando el silencio se dijo en otras bocas,
sed naúfraga, a la deriva en el vaso
que se llena con las ausencias,
sed marrón, hecha con cuero viejo,
sed desahuciada por la lluvia y por abril,
espiral de caracolas mudas que se agrietan
a golpe de sol y poliédricos brillos de sal.

Y me condenas a la inmensidad del primer
desierto muerto sobre la arena,
mientras la vida me sigue y me espera
dando vueltas al otro lado de un cristal,
y yo te intento aunque estés escrita
con el surrealismo de la caligrafía ajena,
y el verbo que nos niega la vida
para justificar su propia muerte,
y como si quisiera ser viento inmóvil,
ante la horizontalidad del pensamiento
y la verticalidad de las sentencias,
te dejo para darle un sentido al mañana
que será, un poco más tarde, otra parte del ayer.


"Variabilidad y concurrencias"
© Ediciones Cambalache. chus alonso díaz-toledo