martes, 25 de mayo de 2010

Suerte y castigo

Caminar junto
a la suerte desafortunada,
la que por algún siniestro
motivo implica el castigo
como recompensa,
inventarios de lo que tengo,
y tú, brotando desde la tierra
donde te pienso sin miedo.

Me reta la razón
que no entiende tu sabor,
yo la retuerzo,
y se convierte en un remolino
del que solamente caen gotas,
gotas con la memoria
de todas las noches pendientes,
son esferas donde la luna
se convierte en la cómplice
perfecta de las palabras azules,
y en los labios,
me dices
que nos dijimos siempre,
y en las manos,
suda el calor como tinta roja,
y la anatomía se busca
sin prejuicios,
como borrones
inquietos que se debaten
en el blanco del papel.

No dejo de comenzarte
como una tarea imposible,
en mi sed se encuentra
una tarde de tu costado,
y dejo parte de lo que no quise,
para convertime
en el hambre que se niega,
como el pan que no
se parte entre tus manos,
y sintonizo el suicidio
del mar dentro
de una caracola negra,
ella sabe que los gritos
son para las olas
embravecidas, por eso
se enrosca dentro
de su huracán de nácar,
y espera, sabiamente quieta,
como si fuese una estatua de sal.


"Suerte y castigo"
© El País de los Tejados-Cambalache. chus alonso díaz-toledo

jueves, 20 de mayo de 2010

Caminos ateos del cielo

En el cielo,
el color gris
es una declaración seca
que parece dipuesta
a la perpetuidad.

En la luz
se igualan los matices,
todos,
hasta hacerla casi enmudecer.

Y el aire es frío, y pincha,
y duele como si llevase
diminutos cristales
que se clavan en mi rostro,
fragmentos que son
invisibles hasta llegar a él.

Supeditar la verdad
de cada uno,
a la comprensión
de los otros,
es igual que tenerte
que relatar a voz en grito,
desde el silencio,
y en mi silencio
no vive el tuyo,
porque eres
verdad ruidosa,
repleta con todo
lo que quiero,
y vacía de todo
lo que no serás.

Las normas de diciembre
hacen severa la calle,
el calor no existe
en las puertas
que se cierran
desde afuera,
y si existe,
yo no lo concibo,
es imposible asimilarlo,
entenderlo es tan difícil
desde este lado de la vida,
que vuelvo
a querer quererte
llena de sur sembrado,
y de mares cuesta abajo,
y de cal blanca
para que me acompañes
por los caminos atéos del cielo.


"Caminos ateos del cielo"
© El país de los tejados. chus alonso díaz-toledo.

martes, 18 de mayo de 2010

Posos de té

Se vuelve el viento
como si tuviese
algo que decir,
y sólo encuentro
aire en silencio,
aire de barrio
a fin de mes,
y en el espacio crecen
nombres repetidos,
y frases que se gastan
fuera de su ejercicio original,
y me dueles en las fábricas,
allí donde se trabaja
con el amor diseñado en serie,
allí donde se lapidan
los secretos confesos
que se negaron una vez a la piel.

Abro las entrañas del cielo,
ese que tenía la extaña
manía de usar bombín,
y está repleto de víctimas,
y me escuecen en la carne
como si fuesen parte
de mi propia carne,
pero no llego a reconocerme
en la sangre de los charcos,
y me ciega el reflejo
de todo lo que ya vi,
y me ensordecen
los ruidos de todo
lo que escuché alguna vez,
y presencio cómo
se asesinan las caricias
fuera de mis manos,
son las mismas
que rozaban otras noches,
y entonces el universo
deja de ser un cuento
para caminar sin zapatos,
y dos colorín colorados
se caen desde el suelo,
antes de aprender
a contarse de nuevo,
pero al revés.

No sé si es por pudor,
o si padezco ese rubor
de la clandestinidad oportuna,
no sé si es por
las lunas nuevas,
o por los gatos
que pensaban
con el acento de París,
pero en los tejados
comienzan a brotar
flores de plástico,
mientras dos gotas
en blanco se beben
con los mismos papeles de la sed.


"Posos de té"
(fragmento de: "A la una en la luna")
© El País de los Tejados. chus alonso díaz-toledo.

viernes, 14 de mayo de 2010

Buscando salida

Tras la puerta se encontraba la muerte, era silenciosa, estaba a la espera de su momento para entrar en escena. Un engaño al mayor estafador de la región le había llevado a aquella sucia habitación, un nuevo motel en el que intentar salvar un nuevo jaque, cada vez más mate, en el brillo del paso del tiempo. Sobre la mesilla de noche depositó una "Smith & Weason", la única compañera que no le había traicionado en los últimos diez años. Con la vista recorría la habitación sin captar detalles, sus ojos se movían con los mismo movimientos mecánicos que mueve un tigre enjaulado, y las diminutas gotas de sudor tomaban, poco a poco, su lugar en la frente. Mientras la espera se imponía, tuvo un momento para recordar lo que se suponía que eran sus cosas, su gente, y se dio cuenta de lo solitaria que podía llegar a ser la soledad.

Encendió un cigarrillo, que mal apagó acto seguido, y con la sonrisa cínica de siempre, se incorporó de la cama, sacó, de una pequeña bolsa de viaje, otra bolsa, más pequeña aún, de la que extrajo un paquete cuidadosamente envuelto. En él guardaba una jeringuilla de cristal, en la que se podían ver las iniciales de su nombre, biseladas en letra gótica junto a la escala de medida. Aquel era uno más de los absurdos caprichos que habían poblado su días hasta la fecha. Una papelina de heroína, y unas ampollas de agua destilada, eran las compañeras de aquel cohete de cristal, con rumbo al edén que limitaba con su infierno íntimo, y la calma se disolvió destilando más calma por las venas del sueño.
Cuando despertó la noche ya había tomado el relevo al día, sus manos mesaron el cabello, como si también necesitasen desperezarse, y un trago de bourbon alertó al resto del cuerpo de lo que estaba por llegar. Fue al cuarto de baño para mojar su cara, el calor estaba cada vez más presente, y la ausencia de la más mínima brisa hacía que el bochorno quedase suspendido allá dónde uno quisiera ir. La ventana abierta no era remedio, la cerró, corriendo las cortinas también. No quería que nadie, desde afuera, pudiese ver lo que sucedía entre aquellas cuatro paredes. Repasó las formas del revólver, unas curvas, y aristas, que conocía a la perfección, pero que no dejaba de memorizar cuando sabía que la vida dependía de la voz de aquélla amiga, de cíclope mirada negra. Recibió la visita de la filosofía que habita las situaciones límite, y pensó que podría llegar a ser una de esas hojas secas que viajan montadas en el viento de otoño, aunque sabía desde hace tiempo que su estación de destino era el final de una vía muerta.
El sonido de los pasos, subiendo por la escalera, fue el exilio de aquellos pensamientos, la mano dejó de acariciar el acero finiquito, y se dispuso, en letal comunión, con las formas de las que ahora era lecho. Vio sombras a través de la rendija que separaba el suelo, del borde inferior de la puerta, eran dos manchas oscuras, situadas una a cada lado de aquella salida, que cada vez era más una entrada sin posibilidad de retorno.
Tres manzanas más allá, un niño jugaba a ladrones y policías, antes de irse a dormir..

"Buscando salida"
.© Pokit in a pocket-Cambalache. chus alonso díaz-toledo

sábado, 8 de mayo de 2010

Situación

No aprendió a mirar
hacia otra parte,
daba igual cuál
fuese el paisaje,
o el libro,
o las fotografías,
no supo,
o no quiso mirar
hacia otra parte,
aunque la pantalla
fuese una película
con el guión
completo de otra mujer.

Se convirtió
en una pieza más
dentro de todo
aquel silencio,
compartía no sabía qué,
ni cómo,
pero se sentía
insuficiente,
y aunque seguía
teniendo las manos,
y notaba la quietud
bajo sus pies,
tuvo la certeza
de ser a medias,
por eso quiso hablar,
para escucharse,
pero sólo obtuvo
un cuento sin niños,
y el verbo confuso
de una vieja canción.
"Situación"
© El País de los Tejados. chus alonso díaz-toledo.

martes, 4 de mayo de 2010

Vaso de jazz

Si llego esta noche hasta ti,
será durante los brillos
cobrizos de un viejo saxo,
esos que se derriten en el borde
de un viejo vaso lleno de jazz.

En la calle enmudece el frío,
hace años que se perdió
la filosofía divergente,
las teorías, a cielo abierto,
nunca tendrán sitio
dentro de las cajas fuertes,
por eso traigo dos notas difusas
para tus oídos,
tienen vocaciones voladoras,
y también son dos silencios
entre los secretos
que le dan la vida a Bourbon Street.

En el cielo hay colores de años luz,
las estrellas se convierten
en premoniciones ciertas
que se posan en tu costado,
mientras, a tu lado,
un contrabajo tiembla
por los nervios que se desatan
en su primera cuerda vocal,
es la hora que no tiene tiempo,
y es el país que no tuvo lugar,
aquí donde dos gatos del barrio
cultivan las tejas con utopías,
y duermen panza arriba
para que no les despierte el sol.

Hagamos en esta noche
una república para los equilibristas,
seremos dos intentos enredados
en el alambre de los pentagramas,
esos que hablan con sonido azul,
y no conocen la prudencia
cuando saltan sin mirar si hay red.

Gasta esta noche conmigo,
derramaremos el secreto
de la lluvia en nuestras manos
como si no hubiese existido,
seremos de ella hasta
que Venus nos moje los labios,
y en un cuarto, la Luna,
nos desnudará la franqueza de la piel .
 
"Vaso de jazz"
© Cambalache. chus alonso díaz-toledo