domingo, 23 de octubre de 2011

Método externo contemplativo

Sin ropa, así fue como llegué
hasta el límite del hemisferio
en el que se formulan las dudas,
en mi desnudez encontraron refugio
unas pocas palabras usadas,
eran frases de morfología arrugada,
como lo son los últimos papeles
de las calles de las noches,
escondían, tras su volumen
de aspecto tridimensional,
una ilusión de verbo y tiempo lineal,
en el que se debatían la vida y la suerte,
dentro de los viejos espejos del recuerdo,
y algo me hizo querer olvidar mi nombre,
y supe que allí aprendería a recoger,
con mis manos, los colores rojos
caídos desde las cáscaras de Marte.

En aquel paisaje me asemejaba
a una pregunta a la espera,
en aquel paisaje las respuestas
no eran una sentencia estática,
no tenían los acentos impuestos
por el paso acentuado de los años,
no eran prisioneras de un después,
no tenían motivos para el miedo,
pues después sólo había aire,
viento sin nombre, y en sus curvas
nacía un lugar cercano llamado: aquí.

La calma de la perspectiva externa
de los universos borgianos,
estaba al servicio de la exclusión
del concepto presencial inmediato,
no era necesario formar parte,
ni llegar a ser,
no era imprescindible la ocupación cúbica,
la realidad comenzaba dentro de un sueño
destinado a hacerse alguna vez realidad,
y la verdad era una secuencia inexacta,
un logaritmo, de pronóstico reservado,
dibujado con tiza sobre una pared de sal.


"Método externo contemplativo"
© Ediciones Cambalache. chus alonso díaz-toledo.