jueves, 30 de octubre de 2008

Una peca y un pie

Una peca en un pie,
un punto y seguido
por los caminos de ti,
una peca perfecta,
situada justamente
debajo de donde estás
en cada momento,
y tan encima de mí,
que peco si no te pienso.

Un anillo descomunal,
inmenso, desbordante,
un anillo en tu dedo,
entre los dedos de ti,
un anillo que sabe estar
en el lugar que eres,
que sabe lo que tocas,
lo que escribes,
y yo, analfabeto anillado
a todas tus distancias,
vuelvo a enroscarme sin fin.

Unos trazos de ti,
con la aburrida rectitud
derrocada en tus formas,
unos pasos cuesta arriba,
y calles de lluvia hacia abajo,
unas líneas que marcan
la teoría del pensamiento,
y sin embargo, inconscientes,
como el lienzo que pretende
tenerte para siempre,
sin saber que siempre
eres tú, empezando
por una peca en el pie.

"Una peca y un pie"
© El país de los tejados. chus alonso díaz-toledo.

martes, 28 de octubre de 2008

A la sombra de Irati (fragmento)

Has vuelto a hacerte en mí
después de tanto tiempo,
como se deshace la sal
que habita en el agua,
con la suavidad de la noche
que se degrada en el alba
hasta donde los colores
comienzan a ser un día,
así volviste, sin ruidos,
como le llega el rocío
a la sed del amanecer.

Igual que le pasa al viento
cuando vuela sobre la jara,
y se enreda en sus formas,
y queda pegado a ellas,
a la fe del aroma escrito
en las verdes hojas,
así me ocupas de ti,
como tiempo dentro del tiempo,
como calor que prende al calor,
así te dice mi boca
cuando te recobra en su aliento,
así brotas, tan necesaria,
para que tenga sonido mi voz.


Fragmento del poemario:
"A la sombra de Irati (palabras para las hojas de un árbol)"
- versos: del 2932 al 2955 -
© Cambalache. chus alonso díaz-toledo. 2008.


http://pokitochus.blogia.com/

miércoles, 22 de octubre de 2008

dosificarte

Debería beberte a sorbos breves,
como se hace con el vino de tiempo,
para que no te derrame mi sed
sobre el escritorio de madera,
y te escribas con el acento en el no,
porque te rebosas por encima
de los filos que cortan la vida,
y es imposible dejarte para mañana,
si el mañana no cae exactamente en hoy.

Me dejas colecciones de papeles
entre las manos, infinidad de palabras
que se mezclan como la leche y el té,
como el agua y las sales de la tierra,
y mis manos son palomas mensajeras
que vuelan con historias de oriente,
y en poniente vuelves al lecho
que me despierta a media noche,
y del cielo, se descuelga el cartel
en el que decía que ya no estás.

"Dosificarte"
© Cambalache. chus alonso díaz-toledo. 2008

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lunes, 20 de octubre de 2008

a deshora

Abrieron los ojos
desde la madrugada,
se presintieron
en la tibieza de dos sueños,
y se reconocieron
con el cuidado del tacto leve,
el que toca
como si fuese la primera vez.

Se escucharon
en la respiración ajena,
se envolvieron, cada uno,
con los olores del otro,
y se restaron
de las afueras con el silencio,
para sumarse
bajo las sábanas del alborozo.

Destilaron los colores
en la frontera del día,
para dibujarse con autorretratos
sobre la piel,
se encontraron pasando
por unas horas perdidas,
y extraviaron los mapas
para no volverse a perder.

"A deshora"
© el país de los tejados. chus alonso díaz-toledo.

jueves, 16 de octubre de 2008

Otoño con sol

Me has escrito un poema
filtrándote en su tinta,
eran los versos para un otoño
seco, y agrío, en una estación
sin parada de tren en el andén,
una situación con el suelo
lleno de hojas perdidas,
una sala de espera
sucia de manchas en blanco.

El invierno no era una solución
para el ahogo del aire,
el pulmón estaba áspero,
apretaba con la fuerza de la soga
hecha con el alma del esparto,
y el verano, aunque más a mano,
había sido como una dura puñalada
trapera clavada a contraluz,
una broma de muy mal gusto
del oído sordo del destino.

Yo quería escribir a la desolación
de los cuartos olvidados,
y quería desteñirme con el llanto
de las barras en cualquier bar,
pero me secuestras la tristeza
con tu boca de sabores nuevos,
y duermes tu desnudez en mi cama,
derramándote, sobre la almohada,
como caligrafía árabe de pelo negro.

"Otoño con sol"
© El país de los tejados. chus alonso díaz-toledo.

martes, 14 de octubre de 2008

Quemando la calle

Espérame en la madrugada, a pie de calle,
cuando comencemos a ser una verdad
que se traslada al otro lado del espejo,
deja que el aburrimiento se desgaste
en la mediocridad del roce que no tiene piel,
y que se caigan los decoros, poro a poro,
junto a la ropa que amordaza a la noche.


Eran dos habitantes dentro de un coche, dos proyectos sin planos que se practicaban por los bares de la ciudad. Ella tenía el discurso del sur retratado en el rostro, pero era el norte el que se le pintaba en los labios, cuando la voz reinaba en su boca, un norte que, para él, estaba mucho más allá del norte de las palabras que se acentúan en los brazos de los abrazos. Él era una propuesta callada, un plan incierto que se debatía en la calma que precede a la velocidad, del redoble del tambor, de una ruleta rusa. No estaban predispuestos de antemano el uno al otro, ni el otro al uno, no se habían empeñado antes de tiempo, se desprendían poco a poco de las capas que tapaban las franquezas vulnerables, y se contaban, casi sin mirarse, los despistes de dos corazones que se vieron desterraros a la tierra de nadie. Bebieron para no emborracharse, cuando decidieron ser parte de la guerra que se invoca desde la revolución, y caminaron hasta un cuarto escondido del mundo, para hacerse de tacto, y prestarse, lengua a lengua, el calor urgente de la respiración.

"Quemando la calle"
© el país de los tejados. chus alonso díaz-toledo.

domingo, 12 de octubre de 2008

Átomos y dispersión

... esto sólo me pasa
cuando me tomo
una cocacola, me afeito,
y me fumo un porro.
-René Macroix de Pokituá-
Siento cómo la física disiente acerca de todo lo que se le dijo que debía hacer, sus principios comienzan a llegar al final de su existencia, y una paradoja atómica se lleva a cabo en mí: a medida de ser más, iré siendo cada vez menos, hasta que sea nada, como consecuencia superlativa del más y más y más y más...
Mis átomos, los átomos que me forman, han perdido la solidaria propiedad de mantenerse unidos, y lentamente comienzan a dispersarse en todas las direcciones, aumentando la separación entre ellos, para hacerme más grande, en un viaje directo hacia lo más que pequeño. Desconozco la medida oficial intermolecular que dicta el cuándo se deja de ser, no sé cuánto aire debe de haber entre las caprichosas partículas que me hacen, para que dejen de llamarse como yo, y pasen a llamarse macrocosmos, o microcosmos, o rueda de un camión de la basura en el estado de Wisconsin, pero la sensación es la del comienzo del todo, que termina llevando, y llegando, hasta la nada. Creo que la lejanía entre mi yo más próximo, y mi mí, comienza a ser cada vez mayor, el concepto de la medida toma un protagonismo que nunca tuvo antes, adquiere una presencia interior que no duele, pero que me incomoda, tal vez por extraña, o por desconocida, o también por resultarme letalmente libertaria. Afuera, en la calle, suenan los últimos ruidos del día, parece como si se hubieran puesto de acuerdo el tiempo, y el espacio, para decorar el teatro del absurdo en el que actúo en este, casi, metafísico momento, trayéndome la calma crepuscular azul necesaria para llegar al desmembramiento total de la identidad.
He comenzado a recordar antes de verme obligado a tener que olvidar. En este proceso patológico de dispersión morfológica que me sentencia, y me agujerea, la sintomatología, totalmente variable, se proclama en el derramiento de mi memoria por los espacios que quedan libres en las juntas, entre las neuronas, y las franquezas, y me moja el sabor de un beso pedido a la noche, cuando la luna estaba más allá de un uno de enero, y en el cielo había persianas que no se podían permitir el lujo de dejarse bajar.

"átomos y dispersión"
© el país de los tejados. chus alonso díaz-toledo.

domingo, 5 de octubre de 2008

De bordillos y papeleras

Se sienta, casi acurrucado, sobre el bordillo de las aceras de las calles de Madriz, y la observa, a cincuenta centímetros sobre el nivel del suelo, porque la ciudaz es con "zeta" para los que la viven en el borde, para los que la conocen, y se cortan con el alambre que aprieta en la urbe que no sale en las postales turísticas, ni en las cartas de los amores rubios con olor a "eau". Él se llama Esquina, o Papelera, o Banco en el Parque, o Estación de Metro en Enero, o también Sobredosis, pero cuando se llama Reflexión, su Cara se convierte en un Cruce de Caminos, y Ríe con exageración para acallar el Ruido de los que aconsejan respirar la mitad de la Vida, de los que siempre Guardan para después, aunque después sea el tiempo de la Muerte. Ella lo acoge en el apartado que tiene para las historias de las existencias que subsisten al día, en realidad ella, la ciudaz, es el papel en el que se escribe él, y aunque él lo sabe así, prefiere pensar que el silencio es el único fruto que brota de la tierra de sus andanzas, y ella deja que lo crea, mientras disimula con una sordera de juguete, y presta una atención despistada al dictado sin calderilla que suena en los bolsillos desfondados de él. Son una cuestión de ambos, cuando están juntos, o un plan a medias con colores que descienden por las escalas, desde el Olimpo de los Grises, decorando el modernismo decadente que se esconde en las veredas del cemento. Pero cuando él se pierde, ella deja que lo haga, ignorándole hasta que se vuelven vías mudas todas las venas de asfalto y cristal, desaparecen, se borran dando lugar a una dimensión de estruendosas revelaciones sin rúbrica, un lugar de apocalíticos mensajes, que esquivan los buenos modos con los cubiertos de plata, porque no tienen mesa de bordados en la que modelarse antes de devorarse el hambre de la soledad. Y así se pasan los días días anónimos, da lo mismo que sean lunes, o viernes, es insignificante que se llamen martes, o jueves, o sábado, o domingo. La fecha juliana que reina en el almanaque no tiene relevancia en las repúblicas apátridas de la desolación, porque la hora oficial se limita a la cuerda que ata a un reloj con la hora del lugar donde esté latiendo su pecho, y ese sitio podría bien llamarse nada, la mayor parte de las veces, o también "jel", si pensamos con un bombín en inglés en la cabeza. Él se viste con los restos de una guerra, y ella se desnuda en la noche bajo la luna del último bar abierto de la ansiedad. Él se llama Nadie, y ella responde por el nombre de Ciudaz.

"de bordillos y papeleras"
© el país de los tejados. chus alonso díaz-toledo.

jueves, 2 de octubre de 2008

Niña de Agua

La Niña de Agua se acerca
a la luz de la candela,
los brillos y las sombras
juegan sobre sus pechos,
mientras en el aire huele
a sal con rama nueva, de canela,
y en sus pies se convierten
los pasos en sendas del mar.
Niña, dame esa irreverencia
que me lleve hasta tu desnudez,
dame los sabores que te tienen
en cada centímetro que haces,
y deja que sea la madrugada
una sucesión de manos, y hechos,
para convertirnos en dos universos
que convergen en el instante del Uno.
La Niña de Agua conoce
bien el ritmo de los tambores
que dicen la vida palpitando las manos,
y sabe contar la canción de mi sangre,
porque en sus venas corren los días
de mi tiempo absuelto, vestido de feria,
y tres lugares para exiliarme
cuando sea el momento del turno,
que tiene la ronca voz, de la soledad.

"Niña de Agua"
© El país de los tejados. chus alonso díaz-toledo.