martes, 4 de diciembre de 2012

Conscicencia concéntrica

Las noches crujen en el límite
inconsciente de la consciencia,
ante mis ojos desfilan momentos
pasados que no puedo situar,
son instantes que están
más allá del sabor agrío
que dejan en la húmeda memoria
que habita en el paladar.

Mi tiempo parece hipnótico, es severo,
demoledoramente severo y revuelto,
pero incapaz de asumirse en ese caos
que se vuelve torbellino de retazos
concéntricos, cercanos en la lejanía,
y desgarradoramente presentes,
aunque sin tocar las paredes
que me forman, pero diariamente
presentes, ya que, al fin y al cabo,
es así como lo siento en los bordes
fronterizos de los adentros de mi ser,
como cristales rotos mezclados
con la sangre que anuncia la herida,
son pensamientos breves de existencia,
pero eternos, como lo es el negro universal.

Reconozco el estruendo del ocaso frente a mí,
aunque aún me llega como un cercano rumor,
sé que lleva miles de relojes gestándose,
adueñandose de las hojas de mi calendario,
el que guarda aquellos besos clandestinos
que son imposibles de vestirse con el olvido.

Epílogo maldito, no por inesperado,
que levantas en el aire la inevitable
pavana que danza la desolación,
te acercas para mirar mi mirada,
para buscar el reflejo del miedo
que convive en la profundidad de la piel,
y mi miedo sale a la luz,
como el viejo lagarto sale al sol de la mañana,
y me cubre la vista con su manto de hielo,
y me abraza con su último temor .


"Consciencia concéntrica"
© Ediciones Cambalache-Pokit in a pocket. Chus Alonso Díaz-Toledo.