domingo, 3 de marzo de 2013

Historia del hombre barco y un banco



Ocurrió que salió a la calle y tuvo una sensación flotante en todo su cuerpo. Su voz era un grito, lleno de millones de gritos, que formaba un sonido grave y colosal. Se miró los dedos, vio que eran diez teoremas sin formular, pero con una estructura sólida y definida, y con el razonamiento táctil floreciendo desde las raíces de la piel. Cuando su vista abandonó aquellos "diez no-mandamientos no-creyentes", observó el lustre de sus zapatos, en ellos estaba el brillo del cansancio de las calles caminadas sin llegar al destino querido, y sus cordones caían, deshilachados, en un claro acto de protesta en contra de las ataduras que aprisionan y amordazan. Nunca gastó sombrero, siempre prefirió que sus pensamientos tuviesen la lúcida compañía del sol, y tampoco usó corbata, así su cuello no oprimiría la exigencia que muchas veces la garganta requería para tragar la saliva amarga cotidiana.
Apuró el cigarrillo que tenía entre sus dedos, lo aspiró como si fuese el último de los cigarrillos, y expulsó el humo con la rotundidad de un barco a vapor, y desamarró sus miedos de la tierra, y atracó la central de aquel banco de conciencia aséptica, para que no naufragase más la humanidad.

"Historia del hombre barco y un banco"
Fragmento de:
"Los cuentos que nunca me contaron"
© Pokit in a poket. Chus Alonso Díaz-Toledo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Maravilloso, Chus.
Besos


-rkl-

Manuel Marcos dijo...

Qué buenísimo, Chus. Me fascina esta manera de invocar la realidad. Es tuya.
Un abrazo fuerte

Arantxa dijo...

Me ha encantado, tiene lirismo y realidad. Además no es necesario ver el autor, son letras tuyas y solamente tuyas porque solo tú cuentas así las cosas.
Un beso guapo.