sábado, 14 de julio de 2012

Axioma de un color

El blanco se inunda de rojo,
de rojo caliente, no comprendo
esta sangre que tiñe el papel,
mis palabras se secaron
hace tiempo como si fuesen
suspiros de sal sin cristal,
mis letras se asemejan
a las flores muertas que mueren
sobre las lápidas del olvido,
son frases de tez pálida,
pensamientos que se contraen
dolorosamente con el cansancio
que borra el color de los días.

En mis venas se despiertan
mil delirios de fuego líquido,
propuestas ingrávidas de atención,
incesantemente silenciosas,
saben que vagamos juntos
por el último de nuestros universos,
es un universo de susurros letales
y de polvo fatal, que se disuelve
en un cosmos donde la sombra
se adueña invariablemente de la luz,
para convertirla en una eternidad
que no deja de dar a luz penumbras.

Un lugar, hecho con muchos lugares,
se levanta en la memoria inmediata,
no tiene orden ni punto cardinal,
parece un sueño dentro de otro sueño,
o una vigilia de mirada inquietante,
no hay gente, ni huellas de recuerdos,
sólo hay espacios atormentados
con la dureza de la tierra seca,
horizontes de cielos desiertos,
y siento a la sonrisa de la desolación
brotando en mis labios, está fría,
tanto que sonreírla duele en los dientes,
y callo un poco más con cada segundo,
y cierro los ojos como si fuese muerte.


"Axioma de un color"
© Ediciones Cambalache Pokit in a pocket. chus alonso díaz-toledo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Inquietante, desolador, crudo, sangrante, pero impresionante Chus. Tu poesía me alegra y me apena, muestra el todo y la nada. Me gustaría verte por un agujerito cuando escribes. Debe ser una gozada.
Besos de la admiradora anónima.

Beth dijo...

Hola Chus. Soy Beth de Zahara, no sé si te acordarás de mí. Soy la persona que organizó una noche la lectura de tus poemas en la playa de Bolonia. Disfruto con tu poesía de una manera brutal. Llevas tiempo sin pasar por Zahara. Estaría bien repetir otra noche poética en Bolonia. ¿Te animas?
A ver si nos vemos pronto. Besos guapo.

Manuel Marcos dijo...

Hasta que las lápidas se lleven hasta el olvido, y todas estas frases que arden gloriosamente como venas desaparezcan tras la palidez del papel o la pantalla, dejaremos, querido amigo, testimonio, como dice Nicanor Parra, de haber llamado a las cosas por su nombre. Deslumbrante belleza en algunos versos: tanto que sonreírla duele en los dientes, este me ha pegado en la sien y nace un muerto.

Un abrazo
Manuel

Álvaro dijo...

Mi querido amigo, su poesía duele como cuando duele la amistad por serlo y sentirlo. Su letra duele como le duele la vida, mi admirado poeta.
Saludos de los sabios, no cejan en su empeño de invitarle a café con letras. No olvide que nos sentimos un poco abuelos suyos, usted es el nieto travieso que nos obsequia sin proponérselo genialidad.
Un abrazo y mi respeto.