No quisieron saber que se querían, pero no consiguieron
aprender a no quererse, por eso rompieron las ventanas del invierno con las
piedras de las palabras, tuvieron miedo a que el calor, y el frío, empañasen la
virginal transparencia de los vidrios que no dicen nada, y que la tentación les
llevase a dibujar corazones, usando los dedos como lapiceros, para escribir
después sus nombres en torno a ellos, como firmas que confirmasen lo que
sentían en ese momento sincero. No quisieron entenderlos como si fuesen
pizarras de cristal donde reconocerse desnudos, sin la necesidad de desvestir
sus cuerpos, y tampoco quisieron decirse; te necesito, cuando la necesidad estaba
en ese tiempo que, a destiempo, brotaba desde las esferas de los relojes sin
cuerda, las esferas de los relojes que hacen “tic-tac” en los adentros del
pecho. Y se dedicaron a inventar teorías de la relatividad relativa a las
bondades de la soledad, y experimentaron con los vacíos que llenaban sus
silencios, y se exiliaron de la memoria
de los recuerdos, para no tenerse que volver a olvidar. No tenían guerras para
aniquilar la paz, por eso usaban la fuerza del viento para borrar las huellas
de los caminos a medias, y frecuentaron los lugares donde nunca tuvieron sitio,
para que el espacio fuese menos doloroso, aunque también es cierto que sería
menos ciertos.
Dejaron de verse hasta donde se pierde la luz, y dejaron
de hablarse hasta donde el sonido se muere, porque temían ser un desconcierto
disonante, y prefirieron ser un; tal vez, mudo, sin pasar por el peligro que
tiene correr de nuevo nuevos riesgos.
“Desvaríos-varios del después de antes”
Fragmento de:
“Los cuentos que nunca me contaron”
© Pokit in a pocket.
Chus Alonso Díaz-Toledo.
3 comentarios:
Es terriblemente hermoso, Chus, se encoje el alma con la belleza que sabes contar esa tristeza que todos hemos vivido alguna vez. Me pregunto cómo será la vida viviéndola a tu lado. Es una pregunta que me he hecho más de una vez, y me la he hecho con otros escritores que como tú me llegan hasta donde otros no llegan. Debe de ser especial, llena de matices diferentes a los que tienen otras vidas en común. No sé, creo que estoy desbarrando. Un beso agradecido.
Carmen
Mi querido amigo, cuenta usted la vida con la vida de sus letras. Con sus luces y sus sombras, sus alegrías y sus penas, pero siempre con la personalidad que solamente es de usted. Su estilo es suyo, personal e intransferible, con un poco de aquí y de allí que se suma a la manera de sus frases.
Un abrazo desde este Madrid que le echa de menos y que envidia un Pokito a Montevideo.
Tus cuentos me hechizan. Besos guapísimo.
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