por cada centímetro de la piel,
mi sangre se contrae, gélida,
entre grandes espacios de aire
que se reiteran, con alevosía,
por los prólogos de cada recuerdo.
La locura sería un remedio capaz
para este tiempo de verbo mudo,
o para el vacío que me guía hasta
los primeros pasos del amanecer,
locura, coautora de mi propia locura,
cómplice en la búsqueda incesante,
compañera de cabello desaliñado
a causa de un pensamiento libre,
te pretendo como se pretenden
los besos perdidos en los labios del ayer.
La humedad de este río geométrico
me cala hasta el alma de los huesos,
no quedan veredas para los paseos,
los álamos se secaron bajo la lluvia
de mil nubes cargadas de exilios,
y en la penumbra se decapitan los arbustos
que tuercen las guías de sus vidas,
para encontrar la necesaria luz del sol,
y en medio de tanta desolación
me vuelvo un entorno para las lejanías,
y escribo versos en las esquinas
para las putas que cantan canciones de amor...
... y acaricié el cabello de aquella mujer de nombre
desconocido, la palidez de su rostro era tan cautivadora como lo es la luna
plena. No supe cómo había llegado hasta ese cuarto, y aunque mi memoria se
perdía en algún momento anterior a la medianoche, no conseguía dejar de escuchar
su sonido en mi cabeza. Tenía la sensación de estar lejos, muy lejos de
cualquier lugar conocido por mí o por mis recuerdos.
El olor del sueño de esa mujer que dormía a mi lado no me
era desconocido, era un aroma repleto de sensaciones pasadas y generoso en la
oferta pero, hermético en las descripciones. La luz comenzaba a abrirse paso
entre las gastadas fibras de unas cortinas cansadas de tamizar amaneceres, las
paredes de la estancia parecían también cansadas, sus desconchones hacían
públicos los diferentes colores que la habían decorado a lo largo de su
historia. Una mesilla de madera junto a la cama y dos sillas, de estilo
indefinido, eran todo el mobiliario que aquel lugar ofrecía a sus ocupantes. Lo
cierto es que aquello, los muebles y las paredes, las cortinas, las sillas o la
mesilla, eran elementos prescindibles en ese momento. Mi atención por la
realidad de aquella habitación se debía más a la intención de ubicarme, en
algún momento del espacio, que a un espontáneo gusto por el interiorismo ajeno.
Una vez que me supe perdido del todo, y realmente; sin muchas ganas de
encontrarme de nuevo, me acerqué a la calidez de aquel cuerpo desnudo llegado
desde la noche. Me abrigué con su calor, ayudé a que los segundos se
amontonasen dentro de los minutos que no escuchan el "tic-tac" del
tiempo que marcan los relojes, y dejé que el aliento cercano de su sueño
alentase mis sueños. El silencio se puso al servicio de sus latidos y acomodé
mi cuerpo a las formas de su descanso. Aquel universo era mi realidad en aquel
instante, y así lo comprendí. Era indiscutible que fuera, al otro lado de la
puerta y más allá de las paredes, había otro universo cargado de exigencias y
de prioridades, pero la calma buscada estaba en los poros de la piel que tocaba
mi piel en ese instante, y no en los universos paralelos de cuerdas
asfixiantes. Mis ojos comenzaron a cerrarse, pero antes de que la pretendida
lucidez me abandonase por completo, sentí como aquella mujer repetía el
ejercicio llevado por mi momentos antes, mimetizándose en mis formas hasta
formar una sola figura de origen binario...
... y cuando desperté, encontré
las reclamaciones de los creyentes,
y las decepciones de las ciencia,
también pude ver la inmensidad
de los océanos cósmicos,
eran extensiones inabarcables
por el poder de la imaginación,
y a mi lado seguía ella, callada,
con la misma palidez silenciosa,
y supe que no debía saber su nombre,
supe que no debía despertar su atención,
y callé a su lado, porque su voz
me traería el frío invencible,
mientras el universo se comprimía
dentro del mundo de esa habitación.
“deserciones”
© El País de los Tejados. chus alonso díaz-toledo.
8 comentarios:
Como me ha gustado Chus !.
Felicidades primo.
Ese excurso de prosa en el centro no lo he leído, me lo he saltado descaradamente hacia el final. Es vibrante Jesús, una locura coautora de sí misma, soltando la pluma contra los universos paralelos. Aire.
Delicioso, mi querido amigo, el mestizaje que lleva a cabo en este cuento es un ejercicio de locura racional. Usted es un habitante de las sombras que tiene luz propia.
Un abrazo afectuoso.
Me alegra que te haya gustado, Rosa, gracias por dejar una parte de tu tiempo aquí, hagas ruido o no lo hagas al pasar. Un beso grande desde la primavera de Madriz, prima.
Manuel, has hecho bien, de hecho yo no suelo leerme, me leo lo indispensable, y no es mucho. Me alegra que te haya gustado. Dicen que la locura practica el canibalismo, aunque también se podría decir que la locura se autoabastece, o sea, la locura es sostenible. Un abrazo.
Álvaro, gracias a usted por llamarme habitante de las sombras con luz propia, espero que si me lo tomo como una metáfora positiva, no esté pecando de vanidoso, aunque créame, me deja con la duda. Maestro, sabe que su opinión es casi un dogma de fe para mí, mi mayor gratitud por sus visitas, las silenciosas y las ruidosas. Un abrazo
Salud
chus
Una maravilla leerte. Besos Chus
Muchas gracias por tus palabras, María del Carmen, gracias por dejar con ellas tanta bondad y belleza.
Un beso agradecido.
-chus-
Ya te comenté en el Andurrial, que sólo queda, quedar en silencio a tu vera e ir soñando tus versos.
Gracias por tus palabras a mi Pacanda.
Abrazos
Piedra
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