martes, 8 de febrero de 2011

Made in China

Te presiento, en blanco y negro,
como se siente el roce del viento,
ausente del atardecer de los colores,
es entonces cuando el empeño
del aire comienza a pensarte,
y naces dentro de la imagen
de un reloj parado durante
los últimos minutos de ayer,
escondida en su transparencia,
presente detrás de su tacto invisible,
eres el aire exacto que se recorta
en una silueta de forma incompleta,
como la nariz solitaria de payaso
que no tiene a un payaso detrás,
o como el cuento condenado
a no ser jamás: “érase una vez”.

La vocación del rincón no conoce
el sabor salado del agua de mar,
ella sabe que las palabras
tendidas sobre la tierra se agrietan
con el paso del tiempo,
ese tiempo en el que habitamos
rodeados de notas, a pie de página,
que solamente hablan en blanco,
y te construyes entre palabras
fotocopiadas dentro de universos
copiados en alguna parte de China,
sinónimos, de categoría antónima,
como los abrazos en línea recta
desde el principio y hasta final,
por eso sigo el camino que no leíste
en las líneas de mis manos,
y dejo que tu calle se calle
unos metros antes de empezar a llegar.


“Made in China”
© Ediciones Cambalache-chus alonso díaz-toledo.

jueves, 3 de febrero de 2011

Mundópolis

Fracciones impersonalmente iguales,
como los segundos que se pierden
dentro de los minutos de las horas,
circulando destinos predestinados,
habitando los pulsos irreconocibles
en la existencia del Gran Reloj,
y con su rutina, los pasos hambrientos
de la carcoma que ahueca los escenarios,
mientras en la portada nueva del diario
se gritan los gritos del día anterior.

Caldo incesante de partículas anónimas,
la física te proclama con la seguridad
total del practicante y su credo,
y te susurra para la nada y el todo,
entre personajes secuestrados
por el principio de sus conciencias,
seres de movimientos amordazados
por las combinaciones cúbicas
de un dado, con trece caras,
en el que no hay números a favor
de los que alguna vez quisieron tener voz.

Y se aferran los colores de la consciencia
a la singularidad del momento,
y se encuentran en la ofrenda
que murmullan los árboles altos y el viento,
y la solidez de todos los caminos
se desnuda sobre una línea, en el horizonte,
y miles de sombras chinas aparecen
y desaparecen tras el discurso del sol,
y los ojos se cierran sobre sí mismos,
y los sueños se dicen en el idioma
que permite sentir en la piel la llegada del calor.



“Mundópolis”
© El País de los Tejados. chus alonso díaz-toledo.